Amy: Casa del vino y el amor muerto.



Por: Iván Delgado

“Nos hemos dicho hasta luego solo con palabras 
Yo he muerto cien veces
Tu vuelves con ella
Y yo vuelvo a la oscuridad”
Amy Winehouse – Back to black

    En la clínica actual de orientación Lacaniana, el lente para con la toxicomanía está direccionada a escrudiñar la función anestesiante del tóxico que, como objeto usurpador a la fantasía que encierra el objeto “a”, coloca al sujeto en un círculo de goce repetitivo y en una suerte de ensimismamiento no regulado por el paradigma del principio del placer, apuntando, por consiguiente, al desbarajuste que el tóxico instala en las condiciones de goce del sujeto. [1]
 Además, pensar porqué y cómo el efecto del tóxico llega a incidir de modo taladrante en su relación con el Otro hacia una reacción de evacuación significante, por ende, una experiencia vacía de sujeto, como nos orienta Mauricio Tarrab.[2] En esta vía, y a partir de Lacan, preguntándonos sin duda por la singularidad que opera en cada uno y lo real opaco que en una experiencia de palabras solo aparece como virtualidad. [3]
    Esto se evidencia de un modo impactante si se observa la cronología que se construye en el documental “Amy” (2015), del director Asif Kapadia al respecto de la vida y obra de Amy “Casa del vino” Winehouse.
    Amy que fue una de las artistas más famosas de las últimas décadas por lo singular de su voz, estilo vocal y fascinación por el Jazz, elogiada por el mismo Tonny Bennet durante la grabación de un single en el transcurrir del film. Curiosamente llevada al éxito por el fracaso de uno de sus intentos de rehabilitación que, como producto de consumo auditivo masivo, dio como resultado: “Rehab”, You know i’m no good, love is a losing game y back to black (2006), teniendo estos “hits” una pizca de la receta cínica que Amy Winehouse transmitía en sus líricas, paradójicamente siendo a través de estas que se vislumbra algo que no andaba bien, ese algo que emergía como el estrago a intoxicar todas las veces.



 No obstante, desde otro punto de referencia, algo que si andaba bien con respecto a su posición nihilista para con el inconsciente, sustentada a través del tóxico. En este orden de ideas, Tarrab menciona que cuando el tóxico impacta efectivamente en este modo nombrado: “…no hay quien lo detenga. Ni el Amo, ni el Padre, ni la mentira de la palabra, ni una mujer. Ni el Ideal, ni la ley, ni lo simbólico, ni el falo. Porque es justamente un funcionamiento que se funda en una ruptura y en una experiencia que tiene la positividad, la certeza del goce, que es con la que trata el vacío del sujeto”. [4]
  En el intento de comprender, la posición subjetiva cínica frente a tal intento re-habilitación de un padre que no estuvo, podríamos formular: una operación inexistente del Nombre-del-padre en contraposición de la hemorragia pulsional que se hace notar “Mi padre nunca estuvo allí…Nunca estuvo allí para decir: ¡escucha a tu madre! Eso es algo que todos necesitamos”.[5]
   Andrés Molina [6], durante el encuentro realizado en la sede de la NEL Maracaibo en este mismo año 2017 titulado: “Docu-mental – Amy”, a propósito de “Rehab” como intento de ayuda de todo el circulo en el que se rodeaba la cantante, exclamó claramente: ¿re-habilitar qué? a modo de clarificar la orientación clínica frente a un sujeto que carece de algo por re-habilitar, precisamente por la ausencia de habilitación fundamental del obstáculo al goce. Y es que habilitar qué en referencia a la sobreidentificación negativa de Amy al desecho, acuñado, un desorden alimenticio desde temprana edad que también hace denotar un cuerpo que no hay. [7]
Por consiguiente, un estragante vacío subjetivo notorio desde la separación de sus padres que llama a preguntarnos sobre el drama familiar de Amy, la introducción en los tóxicos desde temprana edad, y, por sobretodo, de ese goce producto que imprime una iteración en su vida amorosa.
“Yo lo sabía, yo me sentía graciosa algunas veces y que era diferente… creo que por eso escribía música. Yo no soy una persona desastrosa, hay muchas personas que sufren depresión que no tienen una salida, no pueden tomar una guitarra por una hora y sentirse mejor”. [8]
    En este sentido, elementos de cuerda de voz y guitarra que sostuvieron los registros en constante inminente re-caída a lo que no andaba bien, haciendo uso de la palabra para depositar lo que rebosa
…Emula toda la mierda que mi madre odia, no puedo ayudar pero si demostrar mi fe freudiana. Una agresión animal es mi caída, no me importa lo que tu tengas lo quiero todo porque  esta todo construido en mi cabeza y metido debajo de mi cama, y yo me pregunto nuevamente, de que se trata el hombre? Ahora mi lado destructivo ha crecido una milla… (Amy Winehouse, “What is it about man”). [9]
    La música, la voz, un otro especular, el tóxico; en definitiva son modos ambiguos, pero, en consecuencia, intentos de arreglos para resguardarse de la demanda de un Otro que se rechaza, y a su vez, que estraga en tanto superyó devastador como cultivo puro de la pulsión de muerte [10] que empuja a un goce en terreno inexistente de alguna ley que incida en una regulación por vía simbólica.
Es de esta manera que se podría ubicar la coordenada de goce de Amy en relación a la constitución partenaire-droga que engloba la función del amor, la intoxicación y la muerte en un mismo nivel, en tanto que para el psicotico es posible una relación amorosa que lo suprima como sujeto por admitir una heteregeneidad radical en el Otro, finalmente siendo nombrado por Lacan: como un amor muerto. [11] Y al estilo de la reversibilidad Unheimlich/Heimlich apuntada por Freud, aquello que se instaura a modo de arreglo, devela su cara mortífera sobre la cantante por exigir cada vez más una nota más allá de sí.
 Me enamore de alguien por quien daría mi vida… y eso es como una droga real, ¿no? [12]
    A modo de conclusión, es curioso cómo al construir la paradoja que podría ser mortal en cada caso de toxicomanías, en ocasiones, se puede denotar una clase de ironía que invade todo acto que los rodea. Amy “Casa del vino” Winehouse, a sus 27 años fue encontrada muerta el 23 de julio de 2011, según los reportes, debido a una significativa ingesta del alcohol que terminó por detener su respiración causándole la muerte. Eso fuera de ley de “Winehouse” detiene su voz y la devuelve a la oscuridad, esta vez, sin retorno.
“El amor es una mano perdida…es un juego perdido” Amy Winehouse – Love is a losing game (2006)[13]

Referencias
[1] Fabian Naparstek (2005) Introducción a la clínica de las toxicomanías y el alcoholismo.
[2] Mauricio Tarrab (2017) Una experiencia vacía. http://ampblog2006.blogspot.com/2017/03/una-experiencia-vacia-por-mauricio.html
[3] Jacques Lacan. Alocución sobre la psicosis del niño. Discurso clausura de las jornadas sobre la psicosis del niño. 22 de octubre de 1967.
[4] Idem 2
[5] Amy: La chica detrás del nombre. Documental. Director: Asif Kapadia.
[6] Andrés Molina. (2017). Pieza suelta – Docu-mental: Amy. Nel Maracaibo, Febrero 2017.
[7] Jacques Allain Miller. (2010). Efecto retorno de la psicosis ordinaria.
[8] Idem 5
[9] Amy Winehouse. “What is it about man” Album: Frank. Traducción libre.
[10] Luis Dario Salamone. (2010) El amor es vacío.
[11] Jacques Lacan. Seminario III: Las psicosis.
[12] Idem 5
[13] Amy Winehouse. Love is a losing game. Album: Back to black. Traducción libre.

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