Dostoyesvki: El moralista, la ruleta y sus demonios.


Redactado por Iván Delgado.


Lo(s) extranjero(s).

Fiodor Dostoyevski fue un destacado literario ruso del siglo XIX  que llegó a elaborar algunas obras escritas, hoy, icónicas dentro del mundo literario. Entre diversas obras, podríamos destacar los hermanos Karamazov – al que Freud mismo cataloga como la obra más acabada jamás escrita- el idiota, entre otras. No obstante, podríamos destacar su obra póstuma: “el jugador” por elementos que, como acostumbra Dostoyevski, insisten y se repiten en sus personajes, conllevando a ser publicaciones con un contenido autobiográfico relevante digno de revisar, entre muchos mencionados, uno especial al que el mismo Freud subraya: la “pasión por el juego”.

¿Qué muestra Dostoyevski sobre la pasión por el juego aislada por Freud?

Hay algo en éste escritor que resulta fascinante para el lector en cuanto a la narrativa y los actos de algunos de los personajes que podrían ser catalogados de criminales en el desarrollo de sus obras. Extensos y prolijos argumentos éticos que se entrelazan con objeciones, desprestigios y un sentido segregativo con el otro semejante que no pasa desapercibido. Precisamente una tensión circunscrita entre el moralista y el pecador, sumado a un rechazo de la diferencia que podría ser fácilmente interpretada bajo ese S2 de la idiosincrasia de la época, pero que a lo psicoanalistas, en consonancia con la enseñanza de Lacan, colocan su lente sobre la causa de tal rechazo de lo diferente, la alteridad que representa el semejante y que contrasta con lo exiliado de cada quien, lo extranjero; en definitiva, la alteridad real que retorna en el Otro. Es así como Sinatra refiere en sus postulados sobre la toxicomanías generalizadas: el deslizamiento desde  los amores secretos y prohibidos de la moral victoriana, al lado cínico de renovados procesos segregativos, que sin duda, como se verá, hace pensar sobre Dostoyevski.

En la obra “El jugador  es fundamental como el discurso del protagonista Aleksei vacila entre un desacato a la figura autoritaria del general, la riña vacua con el “francesito” Des Grieux, el enigma que en un primer momento Mademoiselle Le Blanche implica para él, la curiosa y antagónica estima al ingles excéntrico llamado Astley, la aristócrata -además de jugadora compulsiva- Antonida, y el arrebato amoroso con un personaje fundamental en la escena fantasmática: Polina Aleksandrovna.

Aún si no se tiene familiaridad con la obra, uno podría asumir que éste personaje algo se va jugando con el otro sexo, con su Otro, y con una satisfacción en las divergencias y desencuentros con sus similares que, en la obra en cuestión, tienen algo que él no tiene…dinero. Eso que, según confía el personaje Aleksei – es en lo que los jugadores dicen confiar- lo sacará de las penurias del precario estrato económico al que pertenece, sin percatarse, a su vez, de la economía que condiciona la relación con su goce y este al partenaire amoroso. ¿Valdría el esfuerzo, a partir de esta hipótesis, de precisar más adelante la función del dinero en el ludópata? ¿Es por dinero que un jugador juega?

 La moral de un pecador.

Freud en su escrito “Dostoyevski y el parricidio”, explicita que en Dostoievski podemos distinguir cuatro facetas: el poeta, el neurótico, el moralista y el pecador. Siendo el moralista la faceta mas accesible de Dostoyevski.

Asumiendo que aun cuando “… sólo quien ha atravesado los estratos más profundos del pecado puede alcanzar el culmen de la moral” añade que “Moral es quien reacciona ya contra la tentación percibida en su fuero interno y no cede a ella”
Siendo la renuncia  el mandato esencial de la moralidad (FREUD, 1981, pag 3004), Dostoyevski construye esos personajes que, al igual que él, están del lado de sus carceleros. Es una condena por una neurosis que en la diatriba de sus aspiraciones instintivas y las exigencias de la humanidad, lo conducen al fracaso. Es uno de esos caracteres instintivos que fracasan al triunfar (FREUD, 1981, pag 2416) .

Es por eso que Freud ubica la génesis de su neurosis por “la presencia de una extraordinaria afectividad, la disposición instintiva perversa y sus dotes artístico”, afirmando que “la neurosis no es más que el signo de que el yo no ha logrado una síntesis y ha perdido, en su intento, su unidad” (FREUD, 1980, pág. 3005) . Si algo puede enseñarnos Dostoyevski a los psicoanalistas, es la lógica que lleva a coexistir en un mismo sujeto la severidad del empuje al goce de la renuncia, en asociación de un severo superyó cultivo puro con la pulsión de muerte (SALAMONE, 2015, pág. 27) y un sentimiento de culpa que incide en el castigo propio. Un conflicto entre facetas subjetivas, porque es que de todos modos los moralistas también gozan.

Del arrebato a la fantasía del crimen.

Mas de una vez he sentido el deseo irresistible de golpearla, de desfigurarla, de estrangularla. ¿Y cree usted que las cosas no llegarán a ese extremo? Usted me lleva hasta el arrebato.

¡Aprovéchese de mi! ¡Aprovéchese de mi esclavitud! Yo la quiero sin esperanza, y sé que luego de esto la querré mil veces más… Esto le repite Aleksei a Polina. La alienación al amo, el partenaire estrago, la alineación de hombres con pensamientos criminales depositados en un partenaire amo, tomados por el arrebato, inundados por las cavilaciones, las paradojas de la moralidad y las pasiones; una escena con mujeres que bien podrían llamarse: Carceleras; pero no aquí donde va el acento a destacar.

¿Qué se juega un hombre empujado por la renuncia de sus satisfacciones instintivas a vincularse a un partenaire que lo esclaviza, humilla y desprestigia en su potencia?

Las precisiones de Freud acuñadas desde la dimensión de la ética llaman a la reconsideración clínica de lo que respecta al funcionamiento de lo que podría ser catalogado sádico y masoquista, ya que esto podría manifestarse mutando en cavilaciones, sentimiento de culpa y autocastigos que, en éste autor y sus personajes, se distinguen de los criminales que integran los dos rasgos esenciales que Freud atañe al criminal propiamente: el egotismo ilimitado y una intensa tendencia destructora; que hoy entendemos a partir de Lacan en una falta de valoración afectiva de los objetos humanos, que como canallas, en su accionar, intentan hacer existir el Otro del Otro (SINATRA, 2010, pág. 85)  a través de la filosofía de goce que refleja una clara renegación de la ley del padre descrita por Lacan .

            Es otro orden el que se juega aquí, Dostoyevski ama, la dimensión del amor se juega con Otro, es por esto que Freud explica que la expresiones de bondad y auxilio se manifiestan aún cuando era innegable su derecho al odio y la venganza. La paradoja salta a la vista: hay una confluencia análoga entre la vida amorosa ruinosa cargada del componente sádico y la perdida masoquista en acto, cada vez, en cada vuelta de la ruleta. El jugador se la juega también en el juego del amor.

La pasión por el juego: entre el demonio y el genio creador.

¿Y por que el juego habrá de ser peor que cualquier otro medio de procurarse dinero, por ejemplo, el comercio? Una cosa es cierta: que de cada ciento gana uno. Pero eso ¿a mi que me importa?

Hay una relación intima en entre la pasión de un jugador, la pasión por las carceleras y el superyó, así lo indica Freud cuando especifica que, a pesar de los alegatos de Dostoyevski referente a la obtención de dinero para pagar su retorno a Rusia en su vida real –al igual que Aleksei en el Jugador- no eran más que un semblante que tontamente intenta justificar la compulsión: lo principal es el juego en sí ¡Sin más! en un claro rechazo al inconsciente, al Otro del lenguaje y desde una posición subjetiva cínica; a lo que Freud explicita: el juego le era también un medio de autocastigo, he allí la toxicidad del goce manifestada en varidad de avatares.

Es así como se podrían aislar dos satisfacciones patológicas desprendidas de su relación superyoica que ilustra de modo magistral que nadie ni nada, - ni siquiera el dinero en su promesa imaginaria- obligan a gozar salvo el superyó (LACAN, 2008, pág. 11), por ende, la dimensión imaginaria del dinero, en este punto, es irrelevante en el acto ludópata.  

Dostoievski en su circuito autoerótico al igual que en sus personajes, por una parte se hundía en la más negra miseria siguiente al sentimiento de culpa, para luego, en una segunda satisfacción tormentosa, insultarse y humillarse no sin incitar al otro semejante a que también participe en esta descarga que, luego de lograda, le permite volver a la mesa de juego catapultado al principio de éste circuito verdaderamente carcelero. Es de éste modo que Daniel Silliti dilucida la paradoja que el superyó comprende, al mencionar que para aplacar el superyó es preciso desobedecerlo, pero al mismo tiempo al acatar su orden es imposible aplacarlo.

El siempre permanecía en la mesa de juego hasta haber perdido todo y quedar completamente arruinado. Sólo al ser completado el daño se alejaba el demonio de su alma dejando cabida al genio creador (Fulop-Miller y Eckstein, 1925).

            Se sabe de Dostoyevski que luego de perderlo todo en la ruleta podía colocar en acto su intención artística la cual llevo a motorizar el desarrollo de las obras que han hecho tan grande su nombre. Sin embargo, nuevamente tenemos el ejemplo de un gran artista que, por momentos, pueden abrirnos una ventana a través de la vía sublimatoria para dar cuenta de las paradojas por las que son tomados los hombres de todo tipo.

Es la obra “el jugador” de Fiodor Dostoyevski, con su contenido autoreferencial tan marcado, un modo de acercarnos al impacto de lo nuevos  -y a veces no tan nuevos- gadgets que pueden, aun sin la intoxicación química y sin la introducción del cuerpo, hacer pasar de “la ruleta” a la parrilla.



BIBLIOGRAFIA

Dostoyeski, F. “El jugador”. Editorial alianza, España. 2011.

Freud, S. “Dostoyevski y el parricidio”. Obras completas, tomo III. Editorial biblioteca nueva. Madrid. 1981.

Freud, S. “Varios tipos de carácter descubiertos en la labor analítica. Obras completas, tomo III. Editorial biblioteca nueva. Madrid. 1981.

Lacan, J. “Aún”. Paidos, Buenos aires. 2008.

Salamone, L. “El silencio de las drogas”. Grama ediciones. Buenos aires. 2015.

Sinatra, E. “¿Todo sobre las drogas?”. Grama ediciones. Buenos aires. 2010.


Silliti, D. “Más allá de las drogas”. Plural editores. La paz. Bolivia. 2000.

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