WHEN THEY SEE US [ASÍ NOS VEN] Sobrevivir al odio
Las injusticias auspiciadas por el odio parece ser el pan
de cada día. Podría ser adecuado abrir el tema dada toda la ebullición a la que llevan las multitudinarias protestas
por discriminación racial que hacen eclosión social actual a partir del homicidio del
norteamericano George Floyd en plena época de la pandemia por el covid-19.
Lo injusto esta
condimentado con la subjetividad de cada uno que denuncia dicho acto, no
obstante, en ocasiones, aquello injusto, siempre a prueba en el transcurrir del
tiempo, queda impreso en la historia en un escalón más allá tales como:
infamias. Si repasamos la historia del psicoanálisis, Jacques Lacan también
experimentó ser objeto de algunas injusticias constantes por parte de los
consejos directivos de la IPA, la SPP, la SFP y hasta en la ya disuelta ECFP. Tildada
su enseñanza de “amenaza” por sus “desviaciones técnicas” denunciadas desde
1946 por los ortodoxos de dicha rama del psicoanálisis, Lacan no fue el
primero, ni será el último en ser denunciado en este mundo efervescente en
rivalidades imaginarias y segregaciones.
El punto a realzar es que la segregación y el odio tiene
muchas caras y se manifiesta en muchos ámbitos. En el caso de lo relatado en la
miniserie, vale decir a modo de introducción que es una historia basada en
hechos reales de este famoso caso de violación ocurrida en Harlem (NYC) en el año
1989 a la que se condenó a cinco adolescentes entre 14 y 16 años por un crimen
que no cometieron, con un juicio plagado de inconsistencias, coacciones e
injusticias.
Ahora bien, algo que la directora Ava DuVernay plasma en su
adaptación de la afamada y galardonada mini serie: When they see us (Traducción en España: Así nos ven) Es una producción que conmueve, corroe la frágil homeóstasis cotidiana, una
clase de despertar frente a lo habituados que parecemos estar frente al odio,
la corrupción, la injusticias, la segregación, la negligencia estatal, la
violencia y las rivalidades vacuas. Explica la directora DuVernay en una
entrevista realizada en 2019: “When they see us abraza la humanidad del
hombre y no su apodo politizado… nuestra serie les da a los cinco hombres una
plataforma para que finalmente alcen sus voces y cuenten sus historias
completas” Es un viraje de la nominación que el otro –en tanto estado- ha impreso
en la humanidad de estos hombres, reduciéndolos a Los 5 de Central Park, para volver a colocar en primera plana sus
nombres uno a uno: Raymond, Korey, Antron, Yusef y Kevin. Es un acto de
dignificación.
La visualización de los hechos relatados por los llamados -a
modo peyorativo- “Los cinco de Central Park”
no es un plato fácil de digerir. La coacción a la que estos jóvenes estuvieron
expuestos podría servir para representar un contemporáneo acto profundamente
canallesco por parte de las autoridades locales en miras de un ideal de
justicia (en su cara más mortífera) que traga la juventud e inocencia de estos
chicos, para luego, escupirlos como el desecho de una sociedad que los
introduce en un túnel de inagotable discriminación, el cual, no parece tener
final.
Primero, tildados de pandilleros, violadores, criminales,
animales salvajes, entre otros. Luego, en una particular “libertad condicional”,
vistos como sujetos deshumanizados, desprovistos de cierto estatuto que los
sumerge en una prisión de la que no pueden salir. ¿Es la segregación la mayor pandemia de la
humanidad? Pandemia curiosa por no ser posible conmutar sus consecuencias
fatales en la subjetividad.
La serie también transmite una impresión a destacar. En
cierto punto del desarrollo, y escuchando entrevistas publicadas por actores,
así como de los mismos cinco hombres condenados, pareciera haber una suerte de
viraje a la dignificación. Un viraje que va de la desgracia que el estado
vertió sobre la desgarrada humanidad de cada uno de ellos, a una dignificación de cada uno en su
estatuto más singular, cabe precisar: de cada Uno de sus nombres de hombre que
reintroduce en lo social a modo de sobrevivientes, entiendo, haciendo un
énfasis en lo vivo. Al menos es mi impresión. Desde otra perspectiva, un viraje
rumbo a la desidentificación de ser-objeto desecho de la mirada del otro.
Digamos: Así nos ven, ahora, ya no como el contenido de una noticia desafortunada, sino como sujetos que viven y desean.
El optimismo tiene un punto ciego, cada uno de estos
sujetos carga con la marca de lo ocurrido en sus puntuales desgraciadas históricas
que no se pueden obviar, cada uno se ha visto en la tarea de elaborar un saber-hacer frente a esta contingencia tan aguda, especialmente en el caso de Korey Wise.
Como un extracto muy llamativo, se puede destacar la
experiencia de Korey Wise en una escena en particular: desesperado en su celda,
en aislamiento para evitar ser asesinado por otros reclusos dada su suposición
de “violador”, en la desolación penetrante de su calurosa y dantesca celda; es un fenómeno
elemental lo que experimenta como un abrazo que viene del otro, su madre en este caso, que es
sencillamente él mismo quien se lo da. De cierta manera liberado en fantasías de satisfacción juvenil con su novia de aquél momento, anhelando haberse quedado, deseando una segunda oportunidad.
Cierro este articulo no sin dejar de estar impresionado por la voluntad
y deseo que abrazó a estos hombres con la vida en sus momentos más oscuros, aún
cuando los brazos del Otro estaban a la distancia imposible de reducir. Korey y
Yusef mencionan en una entrevista realizada (2019) para una estación de radio
en New York: “Ellos intentaron
enterrarnos, pero ellos no sabían que éramos semillas”. Enterrados bajo la
mirada que los reducía al odio del que eran sujetos, al respecto, Korey
responde que el murió en prisión, ya no es el mismo, algo germinó de él.
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